John Reed.- Hola, buenas. Soy John Reed. ¿Me podría conceder
unos minutos para realizarle una entrevista?
Lenin.- Por supuesto, siéntese…
J.R.- Gracias.
L.- ¿Qué quiere saber?
J.R.- En primer lugar, ¿cómo empezó todo?
L.- Bueno, digamos que todo empezó tras la derrota en la Guerra ruso-japonesa, donde la población de Rusia,
sumida en una fuerte crisis, se reveló.
Esta fue la Revolución de 1905, la primera.
J.R.- ¿Qué consiguieron?
L.- Nicolás II se vio obligado a crear la Duma.
J.R.- Y señor Lenin… después de que le desterraran a Serbia,
¿no tuvo miedo a que le volviera a pasar algo similar?
L.- No, para nada. Volvería a hacerlo mil veces, si no,
nunca hubiéramos llegado hasta aquí.
J.R.- No hay duda… Usted volvió entonces de aquel exilio y
estuvo presente en la revolución, pero después volvió a abandonar el país,
¿Cuáles fueron sus motivos?
L.- Creo que aún no había llegado el momento… Yo estaba
seguro de que tarde o temprano lo conseguiríamos, pero me faltaron apoyos.
J.R.- Apoyos que tampoco tuvo de los mencheviques.
L.- No, se ha visto que entre nosotros, los bolcheviques, y
los mencheviques nunca hemos podido llegar a un acuerdo. Y finalmente en la
Conferencia de Praga los expulsamos definitivamente de nuestro partido.
J.R.- Tuvo bastante tiempo para escribir ‘Las Tesis de
Abril’, ¿se podría decir que es una mezcla de los pensamientos de Marx y
Bakunin?
L.- Los de Marx van mucho más encaminados a lo que yo
quiero, ya que yo estoy a favor del socialismo y mi objetivo a largo plazo es
acabar con el capitalismo…
J.R.- De acuerdo, vamos un poco a lo ocurrido en estos
últimos años. ¿Qué te pareció que Rusia, junto a la Entente, luchara en la Gran
Guerra contra el bando de Guillermo II?
L.- Pues no me gustó nada, evidentemente. Trajo hambruna y
desgracia para Rusia. En mi opinión permanecer neutrales habría sido muy
beneficioso. Pero Nicolás II tenía unos pésimos conocimientos para gobernar y
encima se dejaba llevar por los consejos de Rasputín. Ellos fueron los
culpables de traer la devastación durante la guerra.
J.R.- ¿Y sintió alivio cuando la revolución de febrero de
1917 consiguió que el Zar abdicara?
L.- Si, pero no por mucho tiempo… Los sóviets y el ejército
habían conseguido que Nicolás II abdicara, y entonces ahí se hizo el Gobierno
Provisional liderado por Kerensky, que fue apoyado al principio por ellos y por
Stalin. Yo siempre rechacé esa idea, ya que además de salir de la guerra, lo justo para Rusia era
una dictadura del proletariado, como la que estamos consiguiendo.
J.R.- ¿Tras esta Toma del Palacio de Invierno es eso en lo
que estáis trabajando? ¿En hacer la primera dictadura del proletariado en todo
el mundo?
L.- Si. Y también estamos en vías de negociación para firmar
de una vez con Alemania, pronto el pueblo Ruso notará la mejora…
J.R.- Señor Lenin… ¿Teme a la Iglesia Ortodoxa?
L.- En absoluto. Sé que están bastante molestos, como las
clases altas, pero no les tenemos miedo.
Y si ocurriera algo algún día, sin duda junto con mi amigo Trosky y el
pueblo fiel de Rusia lograríamos solucionarlo.
J.R.- Totalmente de acuerdo. Y sintiéndolo mucho es hora de
irme. Antes agradecerle su atención y mostrarle mis más sinceros apoyos…
L.- Ha sido un placer, ¡y le doy gracias a usted por querer
llevar esta historia más allá de nuestras fronteras!
FIN.